Acción
La estructura de la acción.
- Persona y acción.
La acción se refiere a la actividad de toda la persona en cuanto tal, al desplegarse dinámico y unitario al hombre. Yo, como persona despliego mis potencialidades entro en contacto con el mundo y con mi mismo a través del misterio de la acción humana. Lo que distingue radicalmente la acción humana de cualquier otro dinamismo que puede tener lugar en el interior del hombre es que el sujeto es la causa libre de la acción. Yo actúo significa que yo, sujeto, pongo libremente una acción en el mundo; sin mi esa acción no existiría mientras que, por el contrario, mi determinación voluntaria supone una modificación del ser del mundo que sigue a su puesta en la existencia, como diría Maritain.
No podemos no actuar porque la estructura de nuestro ser es dinámica, somos movimiento y estamos obligados a actuar hasta el punto de que, como sabemos, las omisiones son también un modo específico de actuar que consiste en la decisión de no hacer nada. Pero la actividad humana no es, evidentemente, un mecanismo necio fin para si mismo, sino el que nos permite lograr nuestra plenitud, nuestra autorealización, lo que intuimos en nuestro interior que debemos ser pero todavía no hemos conseguido. Desde este punto de vista, las razones del actuar se multiplican tanto como los aspectos de la naturaleza humana con lo que se puede corresponder.
Puedo actuar para alcanzar aquello que no soy y que creo que debo ser, para probarme a mí mismo, para crear o para destruir, para poseer o para regalar, para transformar el mundo o la sociedad o para realizar este tipo particular de actividad que consiste en el reposo y en la quietud. Este es el muelle esencial que dispara el fascinante mecanismo de la acción humana.
- La dimensión objetiva y subjetiva de la acción.
La estructura de la acción humana es altamente compleja hasta el punto de que existe toda una rama de la filosofía, la teoría de la acción, que se dedica a estudiarla.
La dimensión objetiva surge al contemplar la trascendencia de la persona sobre su acción y se corresponde, fundamentalmente, con la dimensión intencional de la libertad. Al actuar buscamos nuestra propia plenitud pero a través de algo que no se identifica exactamente con nosotros ya que no somos nuestras acciones. Yo actúo significa que yo causo la acción, que la produzco o la genero; y esto implica, a su vez, que es distinta de mi. La acción aparece como un producto, como un hecho objetivable, como una realidad distinta de mi ser y, precisamente, por eso con la capacidad de interferir y modificar el mundo en el que surge, la acción humana es fundamentalmente transitiva ya que no permanece en el sujeto, sino que se transfiere al mundo y a sus objetos.
Esta dimensión muestra la primacía de la persona sobre su obrar , la acción es esencial pero la persona lo es más y tiene prioridad ontológica. Si la acción desaparece o se acaba, la persona sigue permaneciendo.
La dimensión subjetiva el yo actúo supone un sujeto que ejerce la acción pero que, al mismo tiempo, es modificado por ella porque la acción, al fin y al cabo, nunca separa de la persona. No existe el construir sino alguien que construye, ni el correr sino alguien que corre; la acción nunca sale completamente del interior de la persona porque es la misma persona modificándose, activándose y desarrollándose. La acción modifica al mundo pero modifica sobre todo, a la persona porque revierte sobre su interior cambiándola en uno o otro sentido. La acción es intransitivo porque permanece en el sujeto y sucede en todas las acciones humanas; Un sujeto actuando es el resultado de una subjetividad que se despliega y que inevitablemente es modificada a su vez por esa actividad.
La acción completa y real no es ni subjetiva ni objetiva, ni transitiva ni intransitiva sino que posee simultáneamente las dos cualidades al igual que sucedía con la libertad. El yo actúo implica un sujeto que realiza una acción que cambia al mundo pero que también cambia al propio sujeto.
Para Wojtyla: las acciones, que son el efecto de la operatividad de la persona, unen en sí la exterioridad y la interioridad, la transitividad y la intransitividad; cada acción contiene en sí cierta orientación intencional, se dirige más allá de la persona, la acción es virtud de la autodeterminación.
- Unidad, complejidad e integración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario