La Amistad
Es un hecho, entre las maravillas, valores o dones con los que el ser humano cuenta está la amistad. Fuimos diseñados para ser amigos y tener amigos, para dar y recibir, para amar y ser amados; ante esto, necesitamos saber cómo tener una amistad que se ajuste con los valores de la vida, transite en un mundo lleno de egoísmo y nos libre de heridas y males.
Hay dos tipos de amistad: la casual y la profunda. Amistad casual es aquella formada por un accidente social, tal vez fundamentada en un interés propio, con interacciones someras y precipitadas, con necesidades egoístas y que, generalmente, conlleva problemas; en palabras coloquiales, es la popular compinchería.
La amistad profunda, por su parte, implica intimidad con propósito, amor e integridad, compromiso y responsabilidad, pensar en el bienestar del otro más que en el propio; por supuesto que este tipo de relación demanda de nosotros trabajo, mucha paciencia y dominio propio para no expresar sentimientos momentáneos y negativos que dañan.
El Amor
En este tema es primordial hablar de amor, pues el amor implica amistad, y en la verdadera amistad se desarrolla el amor. Un sabio importante dijo una vez: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Sin amor, pasaremos toda la vida buscando valor personal y seguridad en espejismos que se parecen a la amistad, como la compinchería. Todas las relaciones humanas que no están motivadas por el amor son, en definitiva, vacías.
La amistad en las relaciones amorosas es otra cosa y tiene un papel fundamental, puesto que determina el camino y el destino de esa relación.
Debe estar encaminada a despertar el amor hasta que se esté listo para la siguiente etapa.
A menudo pensamos que la primera y única etapa es enamorarse; sin embargo, esta experiencia llena temporalmente la necesidad de amor y es una solución necesaria pero momentánea. Los estudios científicos reportan que dura tan solo unos meses.
El amor es la fuerza que alimenta la Vida.
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