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LOS ÁMBITOS DE OBRAR


  • La tripartición clásica y sus limites.
La tradición clásica ordeno, clasifico los ámbitos de acción y dividió la acción humana en tres grandes tipos: hacer, obrar y contemplar. 

  1. El hacer lo constituyen las acciones en las que el sujeto realiza algo como fabricar un objetos, instrumentos, utensilios, etc; son acciones fundamentalmente transitivas porque la persona está centrada en el objeto externo en el que empieza y finaliza la acción, la acción sale del sujeto y no modifica al mundo mediante la realización de un objeto.
  2. El obrar moral lo constituyen las acciones en las que el sujeto se implica personalmente en la acción y corresponde, a las acciones virtuosas o viciosas, es decir las acciones de tipo ético. Tienen también una dimensión intransitiva que afecta de un modo u otro al sujeto; al hacer una obra buena no solo realizo una acción externa, sino que me hago bueno de algún modo.
  3. La contemplación es la actividad propia del intelecto y es la acción mas bella y perfecta que no busca nada fuera de si, la contemplación no busca nada fuera de si misma: contemplo para contemplar; es por eso que es intransitiva ya que permanece totalmente en el interior del sujeto.



Toda acción es realizada por un sujeto que modifica siempre su intimidad al realizarla, de igual modo busca un objetivo mediante su realización. Rodriguez Luño indica que aunque la distinción entre obrar y hacer contiene elementos validos solo puede aceptarse si se entiende no como una distinción entre dos géneros de acciones completamente independientes, sino como una distinción de aspectos formales que pueden ser poseídos por una misma acción.
No se puede separar drasticamente los aspectos técnicos de los morales ya que en las acciones humanas reales no se da esa separación. La distinción entre hacer y obrar, por ejemplo tiene su origen en la estructura social griega que encomendaba las tareas pesadas y materiales a los esclavos mientras que reservaba la actividad política y de ocio para los hombres libres.
Aristóteles concluyo que el obrar no podía ser la acción más perfecta ya que los dioses no la realizan, a esto se le añade su intelectualismo; para Aristóteles la facultad mas perfecta es la inteligencia.









  • Las mil caras de la acción humana
La complejidad el mundo moderno ha multiplicado, de forma tan impresionante, los diversos tipos de acciones, se debe aumentar el esfuerzo por comprender la actividad del hombre pero respetando la identidad diversa y diferenciada de cada uno de sus actos, algo que, de todos modos no es privativo de nuestra época, sino que ha sido siempre privilegio de la humanidad como nos recuerda este precioso texto de la biblia:

“Todo tiene su momento oportuno;
 hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:

Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir;
Un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar;
Un tiempo para matar, un tiempo para sanar;
Un tiempo para destruir, y un tiempo para construir;
Un tiempo para llorar, y un tiempo para reír;
Un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto;
Un tiempo para esparcir piedras, y un tiempo para recogerlas;
Un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse;
Un tiempo para intentar, y un tiempo desistir;
Un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar;
Un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser;
Un tiempo para callar; y un tiempo para hablar;
Un tiempo para amar, y un tiempo para odiar;
Un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz.”



 No es lo mismo guerrear que hacer política, nacer o morir, amar u odiar, cada uno de estos actos exige un tratamiento especifico que capte la esencia que lo constituye y que dé razón del peso que tienen la vida y en la historia de los hombres. Cualquier otro planteamiento nos parece que supone una reducción injustificada del multiforme y espléndido mundo de la acción humana.













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