La autorrealización de la
persona a través de su libertad.
La libertad no solo es esencia,
tiene un marco concreto de realización y unas condiciones personales que la
favorecen o la entorpecen. Si estoy en la cárcel mi libertad esencial no
cambia, pero soy menos libres: necesito espacio, aire, luz, sol y por tanto, ansío
la libertad.
La autorrealización
existencial.
La libertad, al ser disposición
de nosotros mismo auto determinación, nos va modificando a lo largo de nuestra
existencia, o, dicho de otro modo, nos modifica a nosotros mismos a través de
la libertad. Como dice S. Gregorio de Nisa, “Cada uno de nosotros se hace por propia
decisión, y somos en cierta forma nuestros propios padres, puesto que nos
hacemos a nosotros tal cual deseamos.”
La libertad crea así el carácter
narrativo de la existencia, es decir, el hecho para comprender a una persona es
preciso saber su pasado porque el hombre no es algo meramente dado y factico, sino una biografía
y una historia que se ha forjado a base de decisiones.
La esencia del compromiso no
es la limitación de la libertad si no el posicionamiento vital: cierra unos
caminos pero abre otros.
Elegir por otro lado
significa apostar, correr riesgo. Nadie asegura
que mis elecciones sean adecuadas o correctas, o que lleven de hecho a
la meta prefijada.
Esta falta de sentido ultimo
afecta cada vez con mas fuerza a los hombres de nuestro tiempo y conduce a una
paradoja: la coexistencia de un ámbito vital muy perfecto y desarrollo, buenas
condiciones de trabajo y económicas, casas a nivel superficial, etc. Con la
carencia de un proyecto vital con una dimensión ultima, es decir trascendente
b)La autorrealización ética
Dentro del despliegue existencial de la libertad
ahí una parte especialmente importante que es la dimensión moral.
Al elegir el bien o el mal no
solo actúa bien o mal, si no que el hombre se hace bueno o malo, modifica su
ser moral mediante el ejercicio de la libertad.
Ante todo modifica su ser a través de acciones concretas. Una libertad de formada
o disminuida que le impulsa a obrar más y dificulta a obrar bien. Hay una pérdida
de libertad ligada a una disminución del dominio de si, lo que normalmente se
conoce como ser “esclavos de las pasiones”. Una persona que actúa mal de manera
habitual acaba destruyendo el control de si mismo siendo “esclavo de aquello que
desea”
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